viernes, 11 de noviembre de 2011

"Yo soy como la loba, 
quebré con el rebaño y me fui a la montaña
fatigada de llano.
Yo tengo un hijo fruto del amor, amor sin ley.
Yo soy como la loba, ando sola y me río
del rebaño.
El sustento me lo gano es mio dondequiera que sea,
que yo tengo una mano que sabe trabajar y un cerebro
que es sano.
El hijo y después yo, y después...lo que sea"
                             
                    Alfonsina Storni



4 comentarios:

  1. Siempre fui consciente de que incluso la bestia más abyecta (en su deliciosa pura naturaleza), el matarife, el asesino y también el torturador (inclusive quizás algún que otro obispo y banquero) tienen su conrazoncito. La loba es todo un ejemplo de qué implica ser madre. La mayoría de los animales lo son, basicamente. Sabemos que Storni se refería a otra realidad, y cuando se identifica con la fémina alobada y repleta de amor hacia sus cachorros nos habla de algo sencillamente endémico del ser humano y nuestro exraño modo de sociabilizarnos los hombres con las mujeres; de eso no hay duda. Yo vivo del bosque, en cierto sentido, y en cierto sentido también de sus habitantes. Me desplazo entre congéneres por causa mayor pero como Manuel Rivas dijo, puedo estar tranquilo aunque la casa se me venga encima porque mis hijos huyeron al bosque con la cabeza repleta de pájaros.

    De mis dos comentarios, en ambos los dos, Virginia, tú y yo hablamos de la frontera entre la hembra y el macho y, en este caso exacto, también de sus simientes.


    Simiente de veracidad...¿ves? A eso exactamente me refiero.

    Buen día.

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  2. Tiene ese toque melancólico propio de Alfonsina.

    Besote grande.

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  3. Somos rebaño
    y somos lobos solitarios.
    ¿Dónde quedan las ovejas?

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