Montevideo, febrero de 2013
Flaca:
¿Sabes qué? Me di cuenta de que al final tenías razón con lo que
me dijiste aquella vez, hace tiempo, en tu auto, la noche en que llovía afuera
y un poquito también adentro. Sí, tenías razón. Yo preferí no dártela porque
–no es para poner excusas– a esa altura todo lo que te daba se rompía y todo lo
que me devolvías ya no andaba. No te la di, pero tenías razón.
Me acuerdo de que lo dijiste como al pasar, casi sin querer, como disculpándote
por tamaño hallazgo y tamaña verdad dicha de una manera tan linda. Estábamos
tomando una cerveza, callados, probablemente aburridos y claramente en duda,
cuando me dijiste eso. “La lluvia no es mala ni perjudicial, mojarnos no es
molesto ni dañino y la ropa ni se achica ni se rompe. Pero le tenemos miedo a
la lluvia”. Estabas hablando de nosotros, yo me di cuenta, pero preferí pasarlo
por alto. Hoy, que ya pasaron más de dos años y varias lluvias, entiendo que
debí haberte dado la razón y bajar a mojarme, a caminar o a correr, pero a
irme.
Dos años después siempre es fácil pensar. Esa noche no lo hice: ni
me fui ni te di la razón ni nada. Apenas te largué un “puede ser”, indiferente
y cobarde. Desde esa lluvia hasta el sol tibio y pusilánime de hoy pasó mucho
tiempo y tantas otras cobardías. El final, predecible a todas luces, amagó ser
final, pero fue apagón inconformista. No sé si te acordás, Flaca, pero la
primera vez que hablamos de terminar fue casi que jugando. Nos preguntamos qué
pasaría si, y respondiendo nos dimos cuenta de que la ruleta rusa que habíamos
empezado a jugar resultaba tener seis balas, y aunque el tambor gira mucho,
tampoco gira tanto. Nos dimos cuenta de que no sería tan grave, y eso es
gravísimo, Flaca. Después de eso seguimos como si no hubiese pasado nada. El
tambor giraba y las seis balas bailaban esperando que pare la música para ver
quién quedaba sin silla. Dejamos de ir donde íbamos, dejamos de abrazarnos para
dormir, dejamos de soñar con una casa bien lejos, dejamos de reírnos de la
gente y dejamos de hablar sobre la lluvia. Pero no dejamos de vernos.
Te soy franco. No sé qué hacer. Seguramente esperabas que esta
carta estuviese abrazada a una certeza, a una respuesta clara, a una decisión;
a algo. Pero no. La carta dice lo que dice y hasta ahora no me ha dado más
valentía que cualquier otra carta que pude haberte escrito bajo cualquier otro
sol menos cobarde. Sin embargo, ya sabés, escribir me ayuda a pensar. Y
sentarme a escribirte y a pensarte y a extrañarte joven me ayuda a acordarme de
por qué te espero cada tarde y de por qué te elijo cada noche.
Es lindo acordarse, Flaca, porque en el recuerdo está la
respuesta. Vos sabés bien que le tengo miedo al olvido, a la rutina, al
conformismo, a “lo normal”, a la lluvia y a los perros. Esto último no importa,
pero lo otro sí, el olvido sobre todo. El olvido es cruel, Flaca, porque entre
otras cosas no existe. Yo sé que de vos no me olvido más, y sé que si me voy no
va a parar la lluvia. Además, qué es eso de irse porque las cosas no funcionan.
Qué es eso de escaparnos. ¿Sabés qué? Yo me quedo. Sí, lo decidí, me quedo. Y
no me quedo por vos, me quedo por nosotros. Me quedo por lo que todavía nos
falta. Me quedo porque nunca nadie dijo algo tan lindo sobre la lluvia. Me quedo
porque dormir abrazados vale la pena aunque haya calor. Porque podemos tener
una casita afuera. Porque te quiero a vos. Me quedo porque el olvido no existe,
porque hay rutinas divinas, porque el conformismo es para mediocres y porque lo
normal es para amores normales. Todavía no solucioné lo de los perros, ya sé,
pero podemos comprar uno grande para la casa de afuera, y capaz que le tomo
cariño. Y con él a todos. Y con vos al mundo. Y con el mundo a vos, que sos la
ley de gravedad de todo lo que me pasa.
Al final sí, decidí, sé qué hacer. Me quedo, Flaca. Ahora estás
leyendo esto y yo no estoy pero ya vuelvo. Me quedo. Ya vuelvo. Salí a buscar
una película. Si tenés tiempo, cuando llegues, prepárame el más tuyo de los
abrazos.
Yo
Ángel Cal - uruguayo (premiado en Venezuela- Caracas en concurso de cartas de amor)
Me conmovì me derretí.
ResponderEliminarSi, así es, alta carta
ResponderEliminarya la había leído.
ResponderEliminarlas cartas...
muy linda
Muy lindo
ResponderEliminar