Yo, ave de eternas alas y bajos instintos
por un día de tu piel desciendo a la tierra
y miro con nostalgia y anhelo, esos rayos
tenues del sol que se cuelan entre las nubes,
el llanto del recién nacido, el paso de un perro
oscuro que camina a mi lado.
Mis amantes sin amor, se envuelven en mi piel,
me entrego a su epidermis.
Luego la muerte al día,
la normalidad, el gesto,
la ausencia, la mejilla para besar
la despedida.
Ellos que tiemblan y duermen en mi lecho solitario
de miedos y deseos... que duermen
los sueños que yo no duermo.
Virginia Dsvn
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