miércoles, 23 de octubre de 2013

Simone de Beauvoir habla por mi en la "Plenitud de la vida"...

"...No hay relación entre la esperanza vacía e infinita de mis veinte años y una obra hecha...Lo que me deslumbró cuando llegué a París en set. de 1929 primeramente fue mi libertad, de pronto la tenía, en cada uno de mis movimientos me maravillaba mi agilidad, por la mañana abría los ojos, me revolcaba con júbilo...
Ahora yo estaba en mi habitación!, para calentarme encendía una estufa de kerosene que daba muy mal olor: me parecía que ese olor defendía mi soledad y me gustaba. ¡Qué alegría poder cerrar mi puerta y pasar mis días protegida de las miradas!.
Durante mucho tiempo me resultó indiferente el decorado en el cual vivía, me bastaba con cerrar la puerta y sentirme feliz. Nadie vigilaba mis idas y venidas. Podía volver al alba, o leer en la cama, dormir en pleno día, quedarme encerrada durante 24 hs., bajar bruscamente a la calle...
Me gustaban las largas siestas y las noches en vela. No encontraba resistencia, me encontraba de vacaciones para siempre...Jugaba a la persona mayor...
Me alegró vestirme a mi gusto. La vestimenta era una cosa que no tomaba en serio...
Caminar sola, a veces bajo la lluvia y el viento.
Recuerdo mi llegada a Marsella, como si hubiera marcado en mi historia un viaje absolutamente nuevo...yo estaba allí, sola, separada de mi pasado y de todo lo que amaba y miraba la ciudad desconocida en la que iba sin ayuda a tallarme día a día una vida, mi vida...aquí yo no existía para nadie; en alguna parte bajo algunos de estos techos tendría que dictar horas de clase por semana, nada mas estaba previsto para mi, ni siquiera la cama en que dormiría; mis ocupaciones, mis costumbres, mis placeres, tendría que inventarlos yo...esas aceras que poco a poco iban a revelarse y a revelarme...vi un letrero "Se alquila habitación"...había visitado a la directora del liceo; mi horario estaba fijado, sin conocer Marsella, ya vivía en ella. Salí a descubrirla...
Tenía obligaciones sagradas: me prometía conservar para siempre un recuerdo glorioso y en el mismo momento en que lo hacía me felicitaba de mi hazaña.
Me divertía mucho dictar mis cursos, mis conocimientos eran aún mas frescos y yo hablaba con facilidad. 
Con alumnas mayores las cuestiones de disciplina no se planteaban. Yo no parecía mayor que ellas...
El personal del liceo me miraba con malos ojos, estaba compuesto por solteronas enamoradas de sol y caminatas...entraba a la sala de profesores sin distribuir "buenos días", guardaba mis cosas y me sentaba en un rincón.
Tuve relaciones cordiales con dos o tres colegas cuyos modales me hicieron sentir cómoda...
Amueblaba mi vida mirándome vivir...disponía de demasiado tiempo como para no escribir"....

1 comentario:

  1. Excelente!!! Me hizo pensar en muchos momentos que viví sin darme cuenta de lo que estaba pasando, no sé si no me daba la madurez para darme cuenta o estaba tan ocupada "amueblando mi vida" que el tiempo se me pasó volando...

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